Isco Alarcón

Isco Alarcón

martes, 3 de noviembre de 2015

                                  Amor por el fútbol. 

No concebía la vida sin un balón. Si alguien no sabía en que lugar se encontraba, se preocupaban porque no lo tenían en la mira, pero no de lo que podría estar haciendo: todos tenían claro que estaba jugando fútbol.

                                  Mágico desde niño.

 La habilidad para jugar al fútbol la llevaba desde que era un niño. Cuenta que jugaba con los amigos de su hermano mayor, que llegaban a ser hasta ocho años más grandes. "Mi hermano me llevaba a jugar con sus amigos y ellos querían que yo estuviera en su equipo. Eran bastante mayores que yo", relata.



                                Las apariencias engañan. 

 Cuando era niño su físico no hacía pensar que se traba de un chico con condiciones bárbaras para jugar al fútbol. Era gordito, bajito y su sonrisa, según relatan, era muy inocente. Ese mismo niño al que todos veían hasta con ternura, se transformaba cuando se ponía pantalones cortos y se iba a entrenar al Atlético Benamiel Club de Fútbol, su primer equipo formal.

 Dejó huella en el Atlético Benamiel Club de Fútbol.

  Comandó a su equipo a muchísimos títulos en torneos nacionales. La diferencia entre él y sus compañeros/rivales se veía a kilómetros. El profesionalismo estaba lejos, pero fue en su pueblo donde comenzó a reunir gente en una cancha de fútbol exclusivamente para verlo jugar. "Aquí venía gente, a ver exclusivamente a Isco, que no eran aficionados del Atlético Benamiel", cuenta Salvador Borges, su entrenador en aquel club.

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